Quiero empezar nuestra contracrónica de la etapa 8 del Dakar citando al gran Carlos Sainz (parece que nos ha enviado toda su mala suerte). Nada más acabar la etapa, sin neumáticos de repuesto ya que había sufrido dos pinchazos, declaró impresionado que nunca antes había visto tantas piedras juntas.
Nosotros podríamos decir que ver, lo que se dice ver, las vimos todas, menos una, que estaba escondida por el polvo levantado por los que iban por delante nuestro. Parecía que nos estaba esperando, que sabía que llevábamos 7 de 7 etapas con alguna peripecia. Quería ser protagonista...y lo fue. Tras esa piedra en el camino, el sueño de adelantar posiciones gracias a una primera parte de etapa en los mismos tiempos que los Autobody, se esfumó.
Ya lo comenta Xavi en el vídeo con el que intentamos teneros informados día a día. La piedra tocó de forma sutil la parte trasera. Tan sutil que no se le dio importancia hasta que el sonido de la valvulina parecía la corneta del Séptimo de Caballería tocando que vienen los indios. O al menos es cómo lo vivimos nosotros. Ya que Pablo y Xavi se lanzaron a la pista e intentaron taponar a base de masilla, silicona y, cada 30 km tuvieron que ir parando para rellenar con aceite de motor (el que ellos tenían y el que pudieron conseguir pidiendo a distintos participantes).
El objetivo era claro: salvar el diferencial trasero. Quedaban por delante más de 200 km y 49 de ellos pertenecían en propiedad al erg de Copiapó, con el que teníamos una deuda pendiente. Ahora sólo contaba llegar y mantener el diferencial para poder enfrentarnos al erg, arreglar todo lo posible en campamento y atacar la etapa exclusiva de dunas que tocaba hoy. Así que estaba claro, la tracción era fundamental.
Como muchos sabréis, los coches que compiten en T2 no pueden hacer grandes modificaciones ni sustituir determinadas piezas, así que nuestros pilotos iluminaron la noche soldando a conciencia la carcasa y el diferencial para dejar el maltrecho Land Cruiser en óptimas condiciones. Aunque antes, como ya visteis en otra entrada del blog, hay que limpiar un poco todo el camuflaje a base de arena, polvo y barro con el que el Toyota suele llegar a meta.
Ocho noches sin parar hace mella en cualquier. Incluso en nuestro pibe, Charly el mago de la electrónica. Así que improvisa una hamaca de cabeza con la que no andar dando cabezazos mientras echa una cabezada.
Así pues, 160 kilómetros sólo de dunas, un diferencial con extra de plomo y un objetivo, que por fin una etapa nos salga bien, que no haya nada escondido por ahí que rompa el coche y nos haga tener que ir pidiendo agua o aceite o...a todo el que aparece por allí.
Sé que muchos me estáis pidiendo a través de Twitter y de Facebook que desembarquemos a nuestra mascota, a Nemo, ¿os acordáis que os lo presenté el primer día? Lo hemos sometido a votación y hemos decidido mantenerle a bordo. Al fin y al cabo, el coche de asistencia, que es en el que viaja, no da problemas y además va cediendo piezas y más piezas para que su hermano mayor pueda seguir compitiendo.
Así que creemos que está haciendo bien su trabajo...lo que pasa es que el pobre no da para más ni sirve para quitar las dos velas negras que llevamos a cuestas.
En fin.
Atentos hoy a nuestro Twitter y al facebook que iremos contando, espero que cosas buenas.
Al fin y al cabo, la arena es el mejor campo de batalla para que Xavi pueda recortar tiempos.
Antes de irme, os dejo con otra selección de imágenes "Desde mi retina". Hoy, Antofagasta-Copiapó
¡ Hasta mañana!
lunes, 11 de enero de 2010
Etapa 8. Una piedra en el camino.
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Xavi Foj
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